Después de varios
meses reflexionando sobre mi felicidad y yo, llegué a la conclusión que yo
realmente era feliz, pero me faltaba algo para llenar el vaso de agua. Por eso,
durante mucho tiempo me inventé una frase que siempre tenía en la cabeza.
¿SABES ESA PIEZA QUE NOS FALTA PARA COMPLETAR EL PUZLE DE LA FELICIDAD? PUES NO
LA ENCUENTRO. No sé si ya existía esta metáfora, pero una noche se me ocurrió.
Y una vez que reflexioné sobre mi propia frase, me di cuenta de que no podía
quedarme quieto, de brazos cruzados, sino que tenía que encontrarla. Durante
mucho tiempo analicé pieza por pieza, pero ninguna encajaba. Mis esperanzas se
apagaban y mis pensamientos negativos de incomprensión crecían. ¿Por qué no
encaja ninguna?, me preguntaba. Pero nadie me daba una respuesta coherente. NADIE.
Me sentía entonces incomprendido por la masa, por la sociedad. ¿Por qué era yo
tan diferente a los demás? ¿Soy el único que quiere hacer las cosas bien? Era
cierto que los objetivos de la masa eran distintos a los míos. Pero… ¿Por qué? Mi
mundo interior me hablaba, pero no era capaz de entenderle. Seguro que él tenia
la respuesta.
Gracias a las
románticas clases de lengua, me di cuenta que yo, realmente no pertenecía a esa
época. Mi punto de vista de la vida, correspondía a una filosofía más antigua, el
Romanticismo. Sí, soy un romántico. A lo mejor no completamente, porque tampoco
soy un pirata rebelde que busca el absoluto, pero sí, en gran parte. Fue en
aquel momento cuando descubrí que podía comprender a mi mundo interior; me di
cuenta, por qué era distinto a la masa.
Pero claro, esto no
era la pieza que buscaba. Y por descarte, como se suele hacer en ejercicios de
matemáticas, la pieza no podía ser, ni más ni menos, que el amor de una chica.
Es entonces cuando mis esperanzas volvieron a crecer, pero no por mucho tiempo.
Resulta que como la masa tiene unos principios, las damiselas que yo buscaba,
siguen esos principios. Era como encontrar una aguja en un pajar. Pero es
normal, soy yo la excepción en la
sociedad, yo soy el bicho raro. ¿Existe realmente otro bicho raro que cumpla
todos los requisitos que yo mismo ordeno? No sé, pero te aseguro que
encontrarte ha sido más difícil de lo esperado.
Bueno, una vez que
sabía bien claro cual era mi objetivo, tenía que luchar por ello. Sabía que,
como dije antes, era una misión difícil y a lo mejor no llegaría en seguida.
Pero empecé de nuevo a analizar. A veces me confundía y creía que una pieza
encajaba, pero con el tiempo me daba cuenta que no era así. Eso me agotaba
mucho y me confundía. Pero para llegar a la completa felicidad, debía de
seguir.
Hasta que un día, la
suerte tocó mi puerta. Una chica maravillosa me quiere conocer. ¿Por qué no
aprovechar la situación y comprobar, una vez más, si la pieza encaja? Empecé
mis análisis: físicos y psicológicos. El físico lo superaba sin problemas, pero
ahora había que comprobar si también cumplía el más difícil, el psicológico.
Para eso, había que conocerle. Y fijándome en cada detalle, comencé a hablar
con ella. A primera vista parecía una chica inteligente y simpática. Pero poco
a poco me fui dando cuenta que era mucho más que eso. Era una persona increíble.
Fue en aquel entonces cuando me vinieron a la cabeza todos esos dichos, como el que la sigue la consigue, y otros más
que no recuerdo. Y eso que todavía no la conocía en persona, pero ya me estaba
dando cuenta que era especial. No sabía si era la pieza que buscaba, pero se
parecía mucho. Por ese motivo, esto no podía quedarse tan solo en palabras,
debía de conocerle de verdad y comprobar si realmente mis recientes ilusiones
se hacían realidad. ¿Y que lugar más típico y bonito existe en esta isla, que no
sea la playa? Pues sí, la conocí entre la sal y la arena. Ese día fue
maravilloso. Y cuanto más tiempo pasaba con ella, más me convencía a mi mismo
que era especial. Que pena que ese día durara tan poco.
Cuando llegué esa
noche a mi casa comencé a pensar. Y finalmente, llegué a una conclusión. Era
ella. Ya está. Era perfecta. Era la maldita pieza que buscaba durante todo este
tiempo. Tan solo tenía que agarrarla por los bordes y colocarla en el puzle de
la felicidad, justo en el hueco más grande e importante. Ahí. Pero amigos, esto
no había acabado. Existía una pega más.
Ya estaba todo
listo. Estaba a tan solo un paso de realizar la acción que me distanciaba de la
felicidad. Sólo debía de colocar la pieza. Pero cuando fui a cogerla, se me
cayó el mundo encima. Esa pieza no era mía. Ya estaba encajada en otro puzle,
en otra vida, en otra persona. ¿Cómo era eso posible? ¿Otra vez? ¿Por qué no
merecía ser feliz? ¿He hecho algo malo? ¿Estaba jugando mal mis cartas? No
entendía nada, pero aun así, sabia que este fracaso era distinto a los demás.
Era un fracaso especial. Y tenía el presentimiento de que todo esto tendría un
final feliz.
Y… sí, creo que sí. Creo
que tuvo un bonito final, ¿o es el principio de algo grande? Bueno, todavía es
pronto para saberlo, pero ya te digo yo, que ahora mismo soy más FELIZ.
Tengo que terminar
esto con una palabra clave. GRACIAS. Sé que te jode mucho que te agradezca todo
lo que haces, pero es mi manera de decirte lo mucho que te aprecio. GRACIAS POR
HACER QUE SEA MÁS FELIZ.
Jeremy Matteoni Nuti
Así, así es cómo va creciendo el mundo interior... ¿lo oyes? Despacio, casi un susurro... cada vez más arriba, cada vez más ancho, cada vez.
ResponderEliminarPersevera, Jeremy, y sigue viviendo-sintiendo, que ese es el verdadero nutriente del mundo interior...
Gracias!