viernes, 24 de febrero de 2012

Sé que eres esa pieza


Después de varios meses reflexionando sobre mi felicidad y yo, llegué a la conclusión que yo realmente era feliz, pero me faltaba algo para llenar el vaso de agua. Por eso, durante mucho tiempo me inventé una frase que siempre tenía en la cabeza. ¿SABES ESA PIEZA QUE NOS FALTA PARA COMPLETAR EL PUZLE DE LA FELICIDAD? PUES NO LA ENCUENTRO. No sé si ya existía esta metáfora, pero una noche se me ocurrió. Y una vez que reflexioné sobre mi propia frase, me di cuenta de que no podía quedarme quieto, de brazos cruzados, sino que tenía que encontrarla. Durante mucho tiempo analicé pieza por pieza, pero ninguna encajaba. Mis esperanzas se apagaban y mis pensamientos negativos de incomprensión crecían. ¿Por qué no encaja ninguna?, me preguntaba. Pero nadie me daba una respuesta coherente. NADIE. Me sentía entonces incomprendido por la masa, por la sociedad. ¿Por qué era yo tan diferente a los demás? ¿Soy el único que quiere hacer las cosas bien? Era cierto que los objetivos de la masa eran distintos a los míos. Pero… ¿Por qué? Mi mundo interior me hablaba, pero no era capaz de entenderle. Seguro que él tenia la respuesta.

Gracias a las románticas clases de lengua, me di cuenta que yo, realmente no pertenecía a esa época. Mi punto de vista de la vida, correspondía a una filosofía más antigua, el Romanticismo. Sí, soy un romántico. A lo mejor no completamente, porque tampoco soy un pirata rebelde que busca el absoluto, pero sí, en gran parte. Fue en aquel momento cuando descubrí que podía comprender a mi mundo interior; me di cuenta, por qué era distinto a la masa.

Pero claro, esto no era la pieza que buscaba. Y por descarte, como se suele hacer en ejercicios de matemáticas, la pieza no podía ser, ni más ni menos, que el amor de una chica. Es entonces cuando mis esperanzas volvieron a crecer, pero no por mucho tiempo. Resulta que como la masa tiene unos principios, las damiselas que yo buscaba, siguen esos principios. Era como encontrar una aguja en un pajar. Pero es normal, soy  yo la excepción en la sociedad, yo soy el bicho raro. ¿Existe realmente otro bicho raro que cumpla todos los requisitos que yo mismo ordeno? No sé, pero te aseguro que encontrarte ha sido más difícil de lo esperado.
Bueno, una vez que sabía bien claro cual era mi objetivo, tenía que luchar por ello. Sabía que, como dije antes, era una misión difícil y a lo mejor no llegaría en seguida. Pero empecé de nuevo a analizar. A veces me confundía y creía que una pieza encajaba, pero con el tiempo me daba cuenta que no era así. Eso me agotaba mucho y me confundía. Pero para llegar a la completa felicidad, debía de seguir.

Hasta que un día, la suerte tocó mi puerta. Una chica maravillosa me quiere conocer. ¿Por qué no aprovechar la situación y comprobar, una vez más, si la pieza encaja? Empecé mis análisis: físicos y psicológicos. El físico lo superaba sin problemas, pero ahora había que comprobar si también cumplía el más difícil, el psicológico. Para eso, había que conocerle. Y fijándome en cada detalle, comencé a hablar con ella. A primera vista parecía una chica inteligente y simpática. Pero poco a poco me fui dando cuenta que era mucho más que eso. Era una persona increíble. Fue en aquel entonces cuando me vinieron a la cabeza todos esos dichos, como el que la sigue la consigue, y otros más que no recuerdo. Y eso que todavía no la conocía en persona, pero ya me estaba dando cuenta que era especial. No sabía si era la pieza que buscaba, pero se parecía mucho. Por ese motivo, esto no podía quedarse tan solo en palabras, debía de conocerle de verdad y comprobar si realmente mis recientes ilusiones se hacían realidad. ¿Y que lugar más típico y bonito existe en esta isla, que no sea la playa? Pues sí, la conocí entre la sal y la arena. Ese día fue maravilloso. Y cuanto más tiempo pasaba con ella, más me convencía a mi mismo que era especial. Que pena que ese día durara tan poco.

Cuando llegué esa noche a mi casa comencé a pensar. Y finalmente, llegué a una conclusión. Era ella. Ya está. Era perfecta. Era la maldita pieza que buscaba durante todo este tiempo. Tan solo tenía que agarrarla por los bordes y colocarla en el puzle de la felicidad, justo en el hueco más grande e importante. Ahí. Pero amigos, esto no había acabado. Existía una pega más.

Ya estaba todo listo. Estaba a tan solo un paso de realizar la acción que me distanciaba de la felicidad. Sólo debía de colocar la pieza. Pero cuando fui a cogerla, se me cayó el mundo encima. Esa pieza no era mía. Ya estaba encajada en otro puzle, en otra vida, en otra persona. ¿Cómo era eso posible? ¿Otra vez? ¿Por qué no merecía ser feliz? ¿He hecho algo malo? ¿Estaba jugando mal mis cartas? No entendía nada, pero aun así, sabia que este fracaso era distinto a los demás. Era un fracaso especial. Y tenía el presentimiento de que todo esto tendría un final feliz.

Y… sí, creo que sí. Creo que tuvo un bonito final, ¿o es el principio de algo grande? Bueno, todavía es pronto para saberlo, pero ya te digo yo, que ahora mismo soy más FELIZ. 
Tengo que terminar esto con una palabra clave. GRACIAS. Sé que te jode mucho que te agradezca todo lo que haces, pero es mi manera de decirte lo mucho que te aprecio. GRACIAS POR HACER QUE SEA MÁS FELIZ.
Jeremy Matteoni Nuti

1 comentario:

  1. Así, así es cómo va creciendo el mundo interior... ¿lo oyes? Despacio, casi un susurro... cada vez más arriba, cada vez más ancho, cada vez.

    Persevera, Jeremy, y sigue viviendo-sintiendo, que ese es el verdadero nutriente del mundo interior...

    Gracias!

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