MIKY
Hoy, como cada miércoles por la mañana, Miky y yo
fuimos a visitar a nuestro amigo Fernando. Era muy amable y sabía escuchar pero
nunca comprendía las bromas que Miky hacía. No entiendo por qué, a mí me
parecían muy buenas. Siempre nos reíamos de él. Supongo que no le gusta reírse cuando
está trabajando. No sé. Luego, como de costumbre, fuimos al parque. Solía
sentarme a solas con Miky y contarle las batallas que viví durante la Segunda
Guerra Mundial. A Miky le encantaba escucharme. Era mi mejor amigo. De repente,
sonó el timbre. Cada día sonaba más bajo. Algún día sonará tan bajo que no se
oirá, le dije a Miky. Ese sonido significaba que había llegado la hora de
comer. Pero antes, Paula, mi enfermera, me daba la pastilla de todos los días. Nunca
entendí por qué no se la daba a Miky.
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