UN INQUIETANTE AMANECER DE MARI JUNGSTEDT (NOVELA NEGRA)
[Continuación: Karin, una de las detectives del libro, tras haber resuelto el último caso ocurrido en Gotland (Suecia), decide tomarse unas vacaciones en el sur de Tenerife]
Según el conserje, debería ser por
ahí. Tampoco se esmeró excesivamente en dar explicaciones. Parecía un hombre
bastante ocupado y no quise ser una molestia. Además, perderse en un paraíso
como este, no está del todo mal. Me apetece pasear, disfrutar de la cálida
mañana mientras veo a los jóvenes quedar con sus amigos para “echar” una
partida al fútbol. Es curioso, pero sólo necesitan un balón, un pantalón corto
que utilizan como bañador e ilusión por meter más goles que los demás. Parecen
felices. De pronto, una duda invadió mi cabeza. ¿Fue mi infancia mínimamente feliz?
Hice un esfuerzo por recordar cualquier momento, un solo instante merecedor de
una sonrisa. Pero es imposible. Esa mancha incrustada en la tela de mi pasado, se
hacía invasora de todo recuerdo bonito. Sigo caminando.
Bajo por la avenida central, atravesando
el paseo marítimo. Ayer por la noche, cuando llegué al hotel, estaba lloviendo,
y por eso, hoy, se respira una pureza especial en el ambiente. Apenas son las
10:30 de la mañana y la arena de la playa está totalmente allanada. Se nota un
gran cuidado, a diferencia de las calles de la ciudad. No pude evitar el deseo
de pisar esa arena tan clara, por eso, salté el muro de la playa y llegué hasta
la orilla. Allí me quité las cholas y seguí bordeando el mar descalza, mientras
las olas del Océano Atlántico me ahogaban los pies.
Continué caminando
hasta que me encontré una gran fuente en medio del mar, rodeada de piedras y de
una cuerda que limitaba el acceso. Me pareció un monumento muy gracioso y no
pude negar la originalidad. Caminé un poco más, en busca de un lugar donde
alojarme y así, olvidar cualquier preocupación e intentar diluir el estrés,
pero entonces, lo vi a lo lejos. Lo reconocí inmediatamente. No podía ser, es
imposible. Había muerto hace años, no puede estar aquí. Un escalofrío recorrió
mi cuerpo de arriba abajo. Volví a sentir la misma sensación que aquella vez,
cuando tan solo era una niña. El tiempo, se paró. De repente, reaccioné de una
manera insólita, como si algo o alguien se hubiesen apoderado de mi cuerpo.
Empecé a correr; directamente hacia él. Se despertó en mí un sentimiento de
venganza, rencor y odio. Corrí todo lo rápido que pude. Me sentía joven, como
si hubiera perdido 25 años de golpe. Había un solo objetivo, lo demás no
existía. El momento había llegado.
Pero no fue hasta llegar a escasos
metros de él, cuando me di cuenta de que se trataba de un simple turista, el
padre de una familia en vacaciones. Paré de golpe. Un sudor frio recorrió mi
espalda. Me arrodillé en la arena, cabizbaja. Una lágrima brotó de mis ojos. No
entendía. ¿Qué me estaba pasando?
JEREMY MATTEONI NUTI
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